La Obesidad Infantil

EL PROBLEMA DE LA OBESIDAD INFANTIL

Hoy en día como podemos observar, la obesidad es un grave problema de salud en todo el mundo, cada vez sus cifras están aumentando exponencialmente. Es un problema que abarca a un gran número de personas, entre ellas muy frecuente en niños y adolescentes. La obesidad durante la infancia conlleva graves consecuencias para la salud, que disminuyen la calidad de vida de los niños, su esperanza de vida y su autoestima.

La obesidad infantil es un problema mundial, un problema grave que si no se cuida puede traer graves problemas, y está afectando progresivamente a muchos países de bajos y medianos ingresos. La prevalencia está aumentando cada vez más y entre los niños en edad preescolar supera el 30%.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad se define como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. En la infancia se trata de una descompensación de la evolución del peso y el tejido adiposo en relación a la altura, teniendo en cuenta el sexo y la edad. Esta descompensación es atribuible a un desequilibrio energético que a su vez está determinado por el balance entre la cantidad y la calidad de los nutrientes que aportan la energía ingerida y el gasto energético producido por el movimiento corporal , lo que comúnmente se denomina actividad física.

Tanto la obesidad como la obesidad infantil está influenciada por varios factores entre ellos genéticos, epigenéticos, conductuales y ambientales. Entre ellos los más destacables son los antecedentes familiares, el sedentarismo y sobre todo los malos hábitos de alimentación.

Los malos hábitos de vida son causados por la disminución del ejercicio físico, causado por ciertas circunstancias así como los avances tecnológicos en el transporte, el desfavorable entorno urbanístico para realizar ejercicio físico, los juegos electrónicos, etc. Otra causa de ello es la mala alimentación, la ingesta de alimentos con alto contenido en grasa y poco volumen así como los dulces, productos precocinados, etc. Causan un aumento del apetito de dichos alimentos, creando una sobre-ingesta y almacenamiento en el tejido adiposo. Finalmente tenemos la inestabilidad emocional o la baja autoestima que también se asocia al desarrollo de la obesidad ya que conlleva una falta de autoestima que es relacionada con el aislamiento, sedentarismo e incremento de la ingesta.

Todo ello conlleva ciertas consecuencias que pueden afectar a corto o largo plazo. A corto plazo puede causar con la aparición de alteraciones metabólicas a edades más tempranas (hipertensión, diabetes, etc.), pueden desarrollar síndrome poliquístico ovárico, hígado graso, apnea del sueño, asma, estrés mecánico, etc. Además pueden sufrir discriminación social, baja autoestima, depresión, desórdenes de la alimentación, bullying, limitaciones funcionales, físicas y psicosociales. A largo plazo las consecuencias son ser un adulto obeso, con un impacto negativo en la salud y en la carga de enfermedad. Además presentan mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas en la edad adulta con una elevada mortalidad.

Por estos motivos, la adopción de buenos hábitos alimentarios desde la infancia mediante la educación, contribuirá a la prevención de enfermedades relacionadas con la nutrición, como son las enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad, caries, hipertensión y, además algún tipo de cánceres.

En conclusión, comentar que la salud, el bienestar y una educación de calidad de la sociedad en general, y de los niños en especial, han de ser objetivos primordiales en la actualidad. Debemos de concienciar a los alumnos, padres y familiares sobre la importancia de una correcta alimentación y de la práctica de ejercicio físico, todo ello tendrá una repercusión positiva en el día a día de los niños.
 

Referencias bibliográficas:

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